Wednesday, July 02, 2008

AGENDAS



Es importante observar la situación de nuestra profesión y estudios en Chile en este momento:

Constantemente, me dedico a revisar la oferta de carreras, mallas académicas, cuerpos docentes, orientación intelectual, objetivos en tanto formadores de profesionales bilingües.

También investigo sobre lo que ha pasado con los egresados, los traductores con experiencia, las ofertas de trabajos para ellos, los precios que se cobran en el mercado de las traducciones. Me interesa la manera en que se realiza la enseñanza, y las innovaciones que traigan mayor calidad a los programas vigentes en las escuelas e institutos del país.

Desde el punto de vista de la formación, la situación es compleja. Los programas existentes están orientados hacia la práctica y solo algunos incluyen cursos teóricos o de formación en Lingüística. También se observa falta de formación en el uso de herramientas para traducción asistida por computadores. Lo que no falta son cursos superfluos o mal enfocados que no reflejan el rol social y cultural de los traductores en un mundo de mediaciones entre comunidades.

Otra carencia común son los talleres de traducción al inglés, considerando que la mayor parte de los programas ofrecidos son de Traducción entre estas dos lenguas. La traducción al inglés se considera un ejercicio dentro de los talleres de traducción al español. No está demás mencionar que la traducción a las lenguas extranjeras desde el español tiene mayor utilidad económica. Evidentemente, esto exige mejorar notoriamente la enseñanza de la lengua extranjera, que por ahora se ha constituido en una meta gubernamental, para el caso del inglés.

En cuanto al cuerpo docente, observo que se hacen esfuerzos para direccionar la labor de enseñanza a los objetivos de la formación. Ha aumentado la presencia de traductores profesionales a cargo de la mayoría de las áreas de la formación profesional. Sin embargo, aún quedan especialidades que no reflejan el producto final y están desconectadas de la especialidad en sí. Afortunadamente, en la formación en lengua extranjera, hoy se entiende que lo que deben aprender los alumnos para traducción exige niveles diferentes a los de otras carreras, y una mayor coordinación con los especialistas del área.

Dentro de la actividad gremial, seguimos sin norte. Los intentos nunca llegan a convocar una participación significativa de los profesionales, y no es de extrañarse, dadas las condiciones de vida sindical tiene en Chile, donde no hay cuerpo legal que garantice que los colegios profesionales puedan verdaderamente ejercer una supervisión o asistencia real entre sus colegiados. Actualmente, es una meta sindical que no ha logrado tener resonancia en las modificaciones de ley laboral. Así ocurre con varios otros intentos por formar colegiados que prosperen. Finalmente, la libre competencia no regula quiénes entran y salen de la actividad, en distintos niveles de formación o calidad. Esta es una agenda prioritaria, y no solo para los traductores chilenos.

Sin embargo, se constata una ampliación del campo laboral: se reconoce la labor de los traductores en empresas e instituciones de variada índole. Hace 15 años, era poco frecuente que los recién egresados encontraran una actividad de traducción a contrato, y se dependía casi exclusivamente de la gestión independiente. La situación ha cambiado y cada vez más profesionales ingresan a estos ámbitos. Lo que hay que vigilar ahora es que los sueldos que se les paguen sean de nivel profesional, lo que no siempre es así. Esto es parte de una agenda de dignidad y reconocimiento.

También hemos notado una mayor participación de los traductores en el ámbito de agencias de traducción internacionales, gracias a la Internet. Esto también ha contribuido a una valoración de la formación, ya que lo que se paga en estas agencias normalmente obedece a los precios de otras latitudes, generalmente mayores que en el mercado local.

Lo que me parece muy estimulante son los Congresos o reuniones que han estado realizando los centros de alumnos de la carrera en el país. Tengo entendido que ya van por el tercer encuentro y eso ha servido para la creación de redes intelectuales y prácticas que darán su fruto. Lo que queda por preguntarse es porqué las escuelas como instituciones no producen este tipo de encuentros entre los profesionales ya titulados, o en el ámbito docente. Solo ha habido alguna convocatoria para actividades pagadas y que giran en torno a seminarios dictados por alguna eminencia traída desde el exterior y enfocada a la teoría y la metodología de enseñanza. Esta es la esperada agenda de la formación continua. También en esta agenda espera el tema de la formación de postgrado, que hoy se suple con diplomados que no constituyen relevancia académica, generalmente enfocados a una práctica específica. No existe una formación garantizada de postgrados conducentes a las áreas investigativas de la especialidad, algo muy vigente en el exterior en el ámbito de la Teoría de la Traducción.


En resumen, la agenda para los profesionales chilenos va variando en algunos aspectos y necesita volver a concentrarse en otros ya conocidos: los que estamos en la pedagogía tenemos el deber de plantear estas inquietudes y abogar por una formación de calidad. Es importante la manera en que las instituciones que ofrecen la carrera han hecho esfuerzos por otorgarle una calidad académica relevante: aun queda mucho por hacer.

Traducir es hoy una vocación creadora, comprometida con la mediación intercultural en un mundo que necesita crear lazos de comunicación para la participación, la buena gobernabilidad, la democracia, la solución de conflictos, la trasferencia de conocimientos, el acercamiento de los pueblos y las culturas. No hay organización internacional que no tenga en alta estima estos aspectos. Nuestro país también necesita tener esta presencia y hacerla relevante como cultura en desarrollo. Esperamos que estas agendas no se olviden en nuestra profesión.